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El Obispo pregona la Semana Santa de Ribadeo


El obispo de Lugo, Mons. Alfonso Carrasco, fue el encargado de pregonar la Semana Santa de Ribadeo. La Iglesia de Santa María del Campo acogió este acto en el que actuó, también, la Coral Polifónica de Ribadeo con la colaboración del Coro del Sagrado Corazón.

El obispo de Lugo comenzó su exposición señalando que para acercarnos “al misterio de este Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, habremos de tener en cuenta que su sufrimiento no está en relación sólo con el pecado, sino también con el amor”.

Y desde ahí fue desgranando una serie de aspectos relacionados con el amor, no solo el amor de Dios sino también el humano: “El amor de Dios muestra su verdad y seriedad total, insuperable, precisamente en que el Hijo se hace hombre y se une a nosotros, une su destino al nuestro, aunque signifique sufrimiento y muerte, y lo vive en toda su verdad y dureza hasta el final. Por otra parte, Jesucristo desvela también lo absoluto del amor humano. Porque ama a Dios sobre todas las cosas”.

Continuó, Mons. Alfonso Carrasco recordando que en la Pasión de Cristo “existe una relación del sufrimiento y de la muerte con el pecado, la maldad y la culpa. Esta es una experiencia cercana a la vida cotidiana de todos”, y que para “adentrarnos en el misterio de la pasión del Señor, es imprescindible recordar que el sufrimiento de Cristo es expresión de su amor por el hombre”, y que por su gran amor “En Él se carga todo el peso del mal, del pecado del mundo. Soporta el sufrimiento, el desprecio y la pérdida de Dios que genera el pecado, y muere como alguien condenado, rechazado y abandonado”.

Es ciertamente un misterio– dice Mons. Carrasco- al que no podríamos acercarnos, si Cristo mismo no diese a los suyos participación en esta experiencia de la cruz”.

Finalizó manifestando que en la Semana Santa celebramos la grandeza de ese amor, celebramos “que Dios haya querido llenar de la dignidad más grande lo más sencillo y lo más humano, lo más propio nuestro, el amor fraterno. No queremos proclamar otras glorias más que la que se manifiesta así, como promesa de amor, de esperanza definitiva para nuestras personas”.