El ritual de la ceremonia de la Ofrenda del Reino de Galicia al Santísimo Sacramento en la Catedral de Lugo, viene marcado por la séptima condición de la escritura original de 1669 para la concesión de un donativo para cera. En esa séptima condición se pone como modelo “la forma que en nombre de los Reynos de Hespaña, se ofreçen al Apostol Santiago los quinientos escudos de oro, el dia de su translaçion”. Desde la escritura original del 1 de marzo de 1669, ya se estipulaba que la Ofrenda la debía hacer un regidor el día “Domingo ynfraoctaba del Corpus”, debiendo asistir también a las vísperas del sábado anterior. El cuerpo principal de la ceremonia sigue lo establecido hace 350 años, incluyendo la salida del regidor “desde las Casas del Consistorio de dicha Ciudad, con todo el acompañamiento, y luçimiento que pudiere, y a la Missa, Sermon y proçession, y al ofertorio de dicha missa, ha de ofreçer en manos del señor Obispo de aquella santa Yglesia”.
El Tratado de Ceremonias de los siglos XVII y XVIII, conservado en el Archivo de la Catedral de Lugo, también incluye una detallada descripción de la ceremonia de la Ofrenda, incluyendo la recepción de los alcaldes, y regidores, a las puertas de la catedral por parte de “dos Canónigos, y dos Dignidades, el Maestro de Ceremonias, quatro Capellanes y un Acolyto con la calderilla del agua bendita”. El domingo infraoctava del Corpus la Ofrenda era colocada en una mesa adornada en la zona delantera del coro; tras terminarse la misa el obispo se situaba en el Altar Mayor, sin ponerse el bonete, recibiendo allí al regidor, y dos canónigos, con un niño delante portando la Ofrenda; allí el regidor la tomaba y se ponía de rodillas ante el prelado, ofreciendo los 1.500 ducados originales en nombre del Reino de Galicia, siendo respondido por el obispo anunciando “muchas prosperidades y buenos sucesos al Reyno por el servicio que hace a Su Majestad Sacramentado”.
En la actualidad la Ofrenda del Reino de Galicia incluye, al terminar la ceremonia en el interior de la catedral, una procesión por las calles de Lugo, que saliendo de la puerta del Buen Jesús, avanza por las calles de la “Ciudad del Sacramento” con los obispos de las diócesis gallegas o los alcaldes de las antiguas siete capitales del Reino de Galicia, todo ello embellecido por la música, los bailes y la lluvia de pétalos, típica de esta secular ceremonia, que acompañan a la carroza procesional, y al Santísimo Sacramento, expuesto en una custodia para que todos gocen con el esplendor de su presencia.
