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Pentecostés: día de la Acción Católica y el Apostolado Seglar


Iglesia celebra el día de Pentecostés, domingo 8 de junio, el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar, con el lema «Testigos de esperanza en el mundo». El sábado, día 7, se celebrará la vigilia en la catedral a las 19.30.


Para esta Jornada los obispos de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, en su mensaje para este día explican que este año se celebra Pentecostés en el contexto del año jubilar, «en el que escuchamos una fuerte interpelación a cultivar la virtud teologal de la esperanza, que, como nos dice san Pablo, encuentra su fundamento en el amor de Dios que se nos ha dado a través del Espíritu Santo».

Pentecostés

La solemnidad de Pentecostés se celebra 50 días después de la Pascua: una fiesta en la que se conmemora el don del Espíritu Santo.

En la primera mitad del siglo III, Tertuliano y Orígenes ya hablaban de Pentecostés como una fiesta que seguía a la de la Ascensión. En el siglo IV, Pentecostés se celebraba comúnmente en Jerusalén, como recuerda la peregrina Egeria.

Pentecostés tiene sus raíces en el pueblo judío, con la Fiesta de las Semanas, una fiesta de origen agrícola en la que se celebraba la cosecha del año.

Para los hebreos, desde el tiempo de Moisés tenía lugar la fiesta de Shavuot, o de las Semanas, por celebrarse siete semanas después de la Pascua. Era una de las tres fiestas de peregrinación. Por eso, en Pentecostés “había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo” (Hch 2, 5).

Esta fiesta tenía como fin dar gracias a Dios por la cosecha de los cereales. Por eso, cuando tuvo lugar tras la resurrección del Señor, fue la cosecha de lo que Cristo, el Sembrador, sembró en su misterio pascual: el Espíritu Santo, el agua viva que brota del costado abierto de Jesús (Jn 7, 38).

Más tarde, la tradición rabínica añadió a esta fiesta el significado de la conmemoración de la ley, que tuvo lugar cincuenta días después de la salida de los hebreos de Egipto, cuando el Señor bajó al Sinaí en el fuego (Ex 19, 18). Fue en esa conmemoración cuando el fuego irrumpió en la comunidad orante de los discípulos de Jesús, para escribir la ley ya no en piedra, sino en los corazones de los discípulos, volviéndolos su nuevo pueblo (Jer 31, 33).

Por ello, desde los primeros tiempos de la Iglesia se ha celebrado solemnísimamente Pentecostés, pero con un nuevo significado, que explicó ese mismo día san Pedro: el Espíritu Santo prometido ha sido comunicado (Hch 2, 33).

Por eso, para los cristianos se convierte en el momento en que Cristo, vuelto a la gloria del Padre, se hace presente en el corazón humano a través del Espíritu, una ley dada por Dios y escrita en los corazones.