En la Jornada de Formación Permanente de este año, el vicario general y deán de la Catedral, Mario Vázquez Carballo, ofreció una ponencia de marcado carácter teológico, espiritual y pastoral, en la que presentó la Catedral de Santa María de Lugo no solo como un edificio histórico, sino como una realidad viva, profundamente unida a la identidad cristiana de la diócesis.
Desde el inicio, situó la reflexión en el horizonte del IX Centenario, subrayando que los casi 900 años de historia del templo lo convierten en “un signo visible de la presencia de Dios en medio de su pueblo” y en expresión de la continuidad de la fe apostólica en la Iglesia de Lugo.
La Catedral, lugar de comunión eclesial y memoria apostólica
El deán recordó que la Catedral es el lugar donde se hace visible la comunión de la Iglesia particular en torno a su obispo y donde se manifiesta la continuidad de la fe recibida de los apóstoles, en comunión con la Iglesia universal. En ella —afirmó— “se ha proclamado la fe, se han celebrado los sacramentos y se ha custodiado de manera singular el misterio del Santísimo Sacramento” a lo largo de los siglos.
En este sentido, presentó la Catedral como Iglesia Madre, desde la que se irradia la vida cristiana hacia las parroquias y comunidades, y como espacio donde se unen historia, liturgia y vida cotidiana del pueblo creyente.
Lugo, ciudad del Santísimo Sacramento: un testimonio único
Uno de los ejes centrales de la ponencia fue la exposición permanente del Santísimo Sacramento, que Vázquez Carballo definió como “un testimonio único en la Iglesia universal”. Este privilegio, profundamente enraizado en la historia lucense, expresa de forma visible la fe en Cristo Emmanuel, Dios-con-nosotros, presente de modo real y permanente en la Eucaristía.
En este contexto, citó palabras del obispo de Lugo, Mons. Alfonso Carrasco, para subrayar que la adoración eucarística en la Catedral “no es mera tradición”, sino memoria viva de un amor acontecido y presente, que sale al encuentro del creyente y lo sostiene en el camino de la fe.
La Catedral como “tabernáculo abierto” y escuela de vida cristiana
Profundizando en esta idea, el deán describió la Catedral como “un tabernáculo abierto”, un espacio que no se cierra sobre sí mismo, sino que se ofrece a la ciudad y al mundo como lugar de acogida, oración y encuentro. En ella —afirmó— “la ciudad entera puede reconocerse como pueblo eucarístico”, convocado en torno al Señor presente en el Sacramento.
Desde esta clave, el IX Centenario fue presentado como una llamada a recuperar la memoria agradecida, a contemplar la acción de Dios en la historia y a renovar la vida cristiana desde la centralidad de la Eucaristía y la comunión eclesial.
El camino preparatorio: María y Eucaristía en el centro
Vázquez Carballo explicó que la preparación del aniversario se articula en un itinerario pastoral que pone en el centro a María y a la Eucaristía, profundamente unidas en la tradición lucense. En este sentido recordó que “María es la Theotokos, sagrario de la Trinidad, la primera custodia viva”, por lo que la devoción a Nuestra Señora de los Ojos Grandes conduce siempre a Cristo presente en el Sacramento.
De manera concreta, señaló que el año 2026 estará dedicado de forma especial a la figura de la Virgen, con propuestas como la revitalización de la devoción, la recuperación de la Cofradía histórica y la atención a la Capilla de la Patrona. El año 2027 se centrará en la Eucaristía, destacando la identidad de Lugo como ciudad eucarística, mientras que el proceso culminará en la celebración del Centenario en 2029.
La fe hecha vida: celebraciones, tradiciones y signos visibles
El deán quiso subrayar que esta identidad eucarística no es abstracta, sino que se expresa de manera concreta en la vida del pueblo cristiano. Así, recordó que la fe en la presencia real de Cristo “se hace carne cada día” en celebraciones como la solemnidad del Corpus Christi, los jueves eucarísticos, la adoración, la vida de la Cofradía y la tradicional Ofrenda del Reino de Galicia al Santísimo Sacramento.
También aludió a las raíces históricas de este privilegio, a su reflejo en la simbología gallega y a los documentos que recogen la práctica de la exposición permanente, subrayando cómo la historia, la liturgia y la vida popular se entrelazan en la Catedral de Lugo.
Indulgencia plenaria y llamada a la conversión
En la parte final de su intervención, Vázquez Carballo recordó el privilegio de la indulgencia plenaria vinculado a la visita y adoración del Santísimo en la Catedral, explicando sus condiciones y su renovación reciente. Este don —señaló— no debe entenderse de forma automática, sino como una llamada a la conversión, a la reconciliación sacramental y a la comunión viva con la Iglesia.
María José Campo





