José Manuel Domínguez: “Acompañar es caminar junto al otro con respeto y esperanza”
El filósofo y director del Instituto da Familia y del Instituto Internacional de Acompañamiento, José Manuel Domínguez Prieto, visitará Lugo el próximo 29 de octubre para impartir una jornada de formación dirigida a sacerdotes sobre el arte del acompañamiento personal y espiritual.
Autor de numerosos libros dedicados al estudio de la persona y a la formación integral, Domínguez ha dedicado los últimos doce años a desarrollar una metodología propia de acompañamiento inspirada en la antropología personalista cristiana. Esta propuesta, fruto de la investigación y la experiencia práctica, busca integrar la riqueza del pensamiento humanista con la tradición evangélica del encuentro y el cuidado del otro.
“El acompañamiento no es dar consejos prudenciales ni tener buena voluntad. Requiere método, discernimiento y una mirada capaz de ver en el otro la presencia de Cristo”, afirma.
Una metodología al servicio de la persona
El acompañamiento, entendido desde esta perspectiva, no se reduce a una intervención psicológica ni a un consejo espiritual ocasional. Es, más bien, una tarea profunda de encuentro, donde quien acompaña ayuda al otro a descubrir el sentido de su vida, sus heridas y su vocación.
Domínguez explica que su metodología combina elementos del coaching personalista, la terapia breve humanista y el itinerario espiritual cristiano, siempre con el foco puesto en la unidad de la persona: cuerpo, mente y espíritu.
“Se trata de una terapia de la persona, más allá de las psicoterapias tradicionales. Es acompañar al otro en el proceso de tomar su vida en sus manos, de levantarse, tomar su camilla y echar a andar”, señala.
Escuchar, acoger, preguntar
José Manuel Domínguez resume en tres verbos los pilares del acompañamiento auténtico: escuchar, acoger y preguntar.
Escuchar no solo las palabras, sino los gestos, los silencios, las emociones que el otro expresa sin decirlas. Acoger incondicionalmente, sin juzgar, respetando los tiempos y procesos personales. Y preguntar no para “saber más”, sino para que el acompañado pueda descubrir por sí mismo qué le pasa y qué desea transformar.
“Acompañar es un acto de amor inteligente y humilde: no impongo mi visión, sino que ayudo al otro a iluminar su propio camino”, explica.
Este proceso exige también madurez emocional por parte del acompañante, pues se generan vínculos y resonancias que hay que saber manejar con equilibrio.
“Uno debe dejarse conmover, pero también conservar una distancia pastoral o terapéutica adecuada. Si me veo desbordado, debo reconocerlo y discernir si puedo o no continuar acompañando”, añade.
Una tarea paciente y humana
En tiempos de inmediatez, Domínguez defiende la paciencia como virtud esencial del acompañamiento.
“Vivimos en una sociedad de soluciones rápidas. Pero el acompañamiento es un proceso de cocción lenta, como una fabada que se prepara desde el día anterior—bromea— Requiere escucha, tiempo y constancia”.
En esa línea, subraya que el verdadero cambio interior no ocurre por un consejo aislado o un impacto emocional pasajero, sino a través de relaciones personales sostenidas.
“Los cambios del corazón nacen del encuentro de persona a persona, no del mensaje o del vídeo inspirador. La pastoral no puede reducirse a un WhatsApp con el Evangelio del día; implica gastar tiempo con la gente”, afirma.
Esta visión tiene su fundamento en el Evangelio de Emaús, donde Cristo se hace compañero de camino de los discípulos desalentados. “Jesús no les da un discurso rápido: camina con ellos, los escucha, les pregunta, y finalmente parte el pan. Esa es la pedagogía del acompañamiento”, explica Domínguez.
También los acompañantes necesitan ser acompañados
Domínguez recuerda que nadie está exento de necesitar acompañamiento, tampoco quienes ejercen un ministerio o una función de guía espiritual.
“Todo cristiano necesita acompañar y ser acompañado. Somos seres comunitarios. Nos necesitamos unos a otros para crecer en la fe y en la vida interior.”
Desde el Instituto da Familia, Domínguez acompaña personalmente a numerosos sacerdotes de toda España. No se trata, aclara, de atender a personas en crisis, sino de ofrecer un espacio de contraste, diálogo y cuidado.
“Hay momentos en que todos necesitamos compartir lo que nos preocupa, discernir con otro hermano en la fe. Si no, uno corre el riesgo de justificarse o de hundirse en la soledad”, advierte.
Un congreso pionero sobre acompañamiento
Con el deseo de promover esta cultura del acompañamiento, el Instituto da Familia organiza el I Congreso Internacional de Acompañamiento, que se celebrará en Ourense los días 20, 21 y 22 de noviembre. Será el primer encuentro internacional dedicado íntegramente al acompañamiento personal y espiritual, y contará con la participación de expertos de España, México, Argentina y otros países.
El congreso busca establecer las bases teóricas y prácticas de esta disciplina, ofreciendo conferencias y talleres sobre acompañamiento personal, espiritual, educativo y pastoral. También abordará temas como la interioridad, la afectividad en clave cristiana y la pedagogía del encuentro.
“Queremos ofrecer un espacio donde pensar, rezar y aprender juntos. El acompañamiento no es una simple técnica, sino un modo de mirar al ser humano desde la fe y la esperanza”, explica Domínguez.
Aunque inicialmente se planteó realizar el congreso en otras ciudades, el Instituto ha querido mantener su vocación gallega, promoviendo el evento en Orense. “Será una oportunidad única para todos los que en Galicia trabajan en la pastoral, la educación o la salud, y para quienes desean crecer en su vocación de servicio”, añade.
Una invitación abierta a todos
El congreso está abierto a sacerdotes, religiosos, educadores, psicólogos, agentes de pastoral, padres y profesionales de diversos ámbitos. También pueden participar personas que, sin formación específica, deseen profundizar en la experiencia del acompañamiento.
Las inscripciones están abiertas a través de la web del Instituto da Familia: www.institutodafamilia.es
El evento se celebrará en formato presencial y online, con plazas limitadas por razones de aforo.
“Es una oportunidad de oro para formarse, compartir experiencias y descubrir juntos que el acompañamiento es una de las formas más hermosas de evangelización”, concluye.
María José Campo





