El Papa León XIV anima a los educadores a formar desde la interioridad, la unidad, el amor y la alegría 
El Papa León XIV recibió hoy en el Vaticano a cientos de representantes del mundo educativo, procedentes de todos los continentes, en un encuentro en el que subrayó el papel esencial de los docentes como “rostro vivo de la Iglesia Madre y Maestra”.
Entre los participantes se encontraba la delegación española, encabezada por el obispo de Lugo y presidente de la Comisión para la Educación y Cultura de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Alfonso Carrasco, quien al final del acto saludó personalmente al Santo Padre.
Durante su discurso, el Papa compartió con los educadores cuatro claves inspiradas en San Agustín —la interioridad, la unidad, el amor y la alegría— como pilares de la educación cristiana. “El verdadero maestro está dentro”, recordó, invitando a redescubrir la dimensión interior del aprendizaje frente a la superficialidad de una cultura dominada por las pantallas.
En relación con la unidad, el Pontífice evocó su lema In Illo uno unum (“en el Uno, uno”), y destacó la importancia de la cooperación y el diálogo en la comunidad educativa. En este contexto, anunció su voluntad de reactivar y actualizar el Pacto Educativo Global, impulsado en su día por el Papa Francisco.
Sobre el amor, León XIV subrayó que enseñar no es solo transmitir conocimientos, sino “un gran acto de amor” que exige cercanía, empatía y compromiso con los más vulnerables. “Compartir el conocimiento no basta: se necesita amor”, dijo, alertando del riesgo social que supone menospreciar la labor docente.
Por último, habló de la alegría como signo distintivo del auténtico maestro: “Los verdaderos educadores enseñan con una sonrisa y buscan despertar sonrisas en el alma de sus alumnos”. Advirtió, además, sobre los peligros de la soledad y la deshumanización en la era de la inteligencia artificial, que “puede aislar aún más a los estudiantes si se olvida el valor del encuentro humano”.
El Papa concluyó exhortando a los presentes a hacer de estos cuatro valores —interioridad, unidad, amor y alegría— los ejes de su misión educativa, recordando las palabras de Jesús: “Todo lo que hayáis hecho a uno solo de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo habéis hecho” (Mt 25,40).
María José Campo



 
														











