La celebración de la IX Jornada Mundial de los Pobres nos invita a detenernos y mirar la realidad con los ojos de Dios, descubriendo en cada persona vulnerable a un hermano querido.
En un mundo donde tantas vidas están marcadas por la precariedad, la soledad o la exclusión, esta jornada se convierte en un recordatorio profundo: la esperanza cristiana no es una idea abstracta, sino un gesto concreto de amor que se hace visible cuando la comunidad se pone al servicio de los más frágiles.
Así lo expresa el delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Lugo, Javier Diéguez, quien recuerda que esta mirada es esencial para entender el espíritu de la jornada:
“La IX Jornada Mundial de los Pobres nos invita a mirar la realidad con los ojos de Dios y a descubrir en cada persona vulnerable a un hermano querido. En un mundo donde tantas vidas están marcadas por la precariedad, la soledad y la exclusión, esta jornada se convierte en un recordatorio profundo. La esperanza cristiana no es una idea abstracta, sino un gesto concreto de amor que se hace visible cuando la comunidad se pone al servicio de los más vulnerables.”
El trabajo de Cáritas Lugo: cercanía, dignidad y acompañamiento
En este horizonte, la misión diaria de Cáritas Diocesana de Lugo adquiere una relevancia especial: “Su misión diaria encarna el espíritu de esta jornada: ofrecer cercanía, dignidad y acompañamiento real a quienes más sufren, desde la atención a las necesidades básicas hasta programas de apoyo a familias, personas mayores, migrantes y personas sin hogar.”

El trabajo de Cáritas va más allá de la respuesta material. Se trata de escuchar, acoger y sostener procesos que permitan a las personas recuperar la ilusión y reconstruir la vida desde dentro: “Cáritas escucha, acompaña y sostiene procesos que permiten recuperar la ilusión y reconstruir la vida desde dentro. No se trata solo de dar cosas, sino también de ofrecer presencia, comprensión y caminos de esperanza. La Jornada de los Pobres recuerda que la pobreza no es solo la falta de recursos, sino también la falta de oportunidades, de vínculos y de mirada.”
Desde la institución lucense hay una sensibilidad especial hacia la soledad y las heridas internas que muchas personas llevan en silencio: “Trabajamos precisamente allí donde la herida es más profunda: en la soledad, la inseguridad, la incertidumbre de quien no encuentra un lugar estable donde sostener su futuro.”
Una Iglesia que acompaña
Javier Diéguez subraya también el papel fundamental de las personas voluntarias, del personal técnico y de las comunidades parroquiales, que hacen posible una presencia de Iglesia viva y cercana: “Gracias al compromiso de las personas voluntarias, del personal trabajador y de las comunidades parroquiales, la Iglesia lucense hace posible que muchas personas vuelvan a sentirse acompañadas y reconocidas en su dignidad.”

Una invitación a la esperanza compartida
En esta Jornada Mundial de los Pobres, la Diócesis de Lugo renueva su compromiso de situar en el centro de la vida pastoral y social a las personas más vulnerables. Porque solo desde la cercanía, el acompañamiento y la esperanza compartida es posible construir una sociedad más humana, justa y fraterna.
María José Campo




